Ya en épocas muy remotas era habitual utilizar el humo como
medio para limpiar, purificar, para alejar las energías negativas o los malos
espíritus.
Numerosas son las culturas que a lo largo de la historia se
han valido del humo. Médicos y sanadores, profundamente influenciados por sus
creencias religiosas, se ayudaban con los sahumerios para alejar el mal del
enfermo, al que muchas veces se consideraba poseído por fuerzas malignas.
De forma inconsciente, estos profesionales de la curación
aplicaban sobre sus pacientes una gran fuerza sanadora, la del humo. Aunque no
conocían en profundidad su potencial limpiador y purificador, sí que supieron
beneficiarse de él en sus prácticas.
Igualmente, los sahumerios han formado parte de las
religiones desde muy antiguo, siendo una especie de ofrenda para los dioses,
una manera de llegar hasta ellos. Todavía hoy en día el uso del incienso es
habitual en muchos ritos.
También es frecuente su uso en los ejercicios de relajación
o durante la meditación.
Pero dónde alcanzan su máxima importancia es en los rituales
mágicos. Los sahumerios forman una parte importante de las tradiciones
esotéricas, donde quemando incienso, esencias, aceites o plantas se logra
restablecer y equilibrar las energías. El humo al ascender forma un canal de
purificación que limpia el ambiente de energías negativas ayudando a realizar
el ritual ya que permite alcanzar la armonía energética tanto de los
participantes y como del lugar.
El recipiente en el que se van a quemar las sustancias
elegidas es conocido sahumerio, sahumador o pebetero.
Dependiendo del propósito que se persiga deberemos elegir el
aroma más apropiado de nuestro sahumerio. La elección de esta será de gran
importancia para que el ritual dé sus frutos.
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