miércoles, 21 de noviembre de 2012

Incienso puro, purificador y protector





Habitualmente, cuando hablamos de incienso, nos referimos a una mezcla de resinas, aceites y esencias, que es la forma en la que solemos encontrarlo, ya sea en varillas, en conos, en polvo, en grano… Gracias a ello, existe una gran variedad de inciensos en el mercado con diferentes aromas y propiedades dependiendo de la mezcla que se haya realizado para conseguirlos.

El incienso original, en estado puro, el olíbano, es la resina obtenida del árbol Boswellia Sacra, también conocido como fanquincienso o francoincienso.




Esta resina es una savia lechosa que puede recogerse con la mano ya que se coagula nada más entrar en contacto con el aire. Una vez endurecida sólo hay que rasparla un poco y dejarla en un recipiente para que termine de solidificarse formando pequeñas perlas.

Para obtenerla basta con hacer un pequeño corte en el tronco o las ramas del árbol, o bien retirar una pequeña porción de su corteza.




Se trata de una resina de olor intenso, aromático y relajante lo que la convirtió en una materia altamente cotizada en la antigüedad, siendo su uso principal el religioso.

También era frecuente su empleo para embalsamar a los muertos o camuflar el olor de estos durante los velatorios.

El olíbano es útil para descongestionar y regular las secreciones, es refrescante, sedante, calma la ansiedad. También acelera los estados de meditación.

En el plano mágico, el incienso puro purifica el ambiente y las emociones, limpia las energías negativas, nos conecta con las vibraciones más altas, proporciona energía personal, protege.

Su uso es recomendable en rituales de evolución y adoración.



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