Desde que el hombre es hombre la luna ha ejercido un poder
cautivador sobre él, se le ha rendido culto, ha dado lugar a leyendas, es foco
de supersticiones, se le han atribuido poderes mágicos y esotéricos.
El que la luna influye sobre los procesos de nuestro planeta es un hecho constatado de
manera científica. Dependiendo de la fase en la que se encuentre hace variar la
presión atmosférica y produce pequeñas oscilaciones en nuestro campo magnético,
interviene en las mareas, afecta a los procesos metabólicos e incluso puede
alterar la conducta de las personas.
El ciclo de 28 días que la luna tarda en dar la vuelta
alrededor de la Tierra
suele dividirse en cuatro fases: luna nueva, cuarto creciente, luna llena y
cuarto menguante.
En cada una de estas fases la influencia de nuestro satélite
varía y, si sabemos aprovechar esta influencia, podremos potenciar los
resultados de nuestros rituales mágicos.
Luna Nueva
Es la fase del crecimiento, el progreso y la abundancia. Es
el momento idóneo para la magia positiva. Los rituales deben ser realizados
entre el amanecer y el atardecer.
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Nuevos proyectos.
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Búsqueda de empleo, aumento de sueldo.
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Préstamos bancarios.
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Tratamientos de salud.
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Prosperidad en el amor.
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Limpieza y consagración de los utensilios rituales.
Cuarto Creciente
Es el momento para los rituales que necesita reforzarse.
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Atraer amor, dinero, poder, buena suerte.
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Curación.
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Protección.
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Limpieza energética.
Luna Llena
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Atraer el amor.
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Aumentar la fertilidad.
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Protección de los niños.
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Conseguir dinero.
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Desarrollo de poderes psíquicos, interpretación de
sueños proféticos.
Luna Menguante
En esta fase se realizan los rituales para disminuir,
quitar, restar. Lo ideal es realizarlos entre la medianoche y el mediodía.
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Alejar las malas energías, los malos espíritus, los
enemigos.
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Curar enfermedades.
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Limpiezas, tanto de personas como de lugares.
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Conseguir estabilidad emocional.
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